Trujillo

Con mucha pena dejé Lima en un bus nocturno para ir subiendo hacia el norte, a Trujillo. En el terminal de Cruz del Sur me esperaba Cervantes, que a pesar de no poder hospedarme, encontró un amigo que sí podía, y me acompañó a dar un paseo por el centro de la ciudad antes de reunirnos los tres.
El centro de Trujillo me sorprendió por sus coloridas casas coloniales con enrejados blancos en las ventanas que nunca llegué a dibujar por falta de tiempo.

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Pero lo que en realidad me trajo hasta aquí fueron las culturas preincas que se desarrollaron en esta zona: la Moche (100-800d.C.) y la chimú (1100-1470d. C.)
Después de almorzar con Cervantes y César cogí el combi que me llevaba hasta la Huaca de la Luna, donde hasta cinco templos se superponen unos encima de otros (realmente encima): cada vez que un gobernante quería renovar un templo, cubría éste por su parte superior y construía el nuevo sobre él.

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Un templo encima del otro

Como el nuevo era mayor que el anterior, la estructura tiene forma de pirámide invertida. Estos templos están decorados con coloridos relieves y han sobrevivido gracias a haber estado cubiertos de arena durante siglos.

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Decoración exterior

El segundo día me desplace hasta la ciudad de Chan Chan, la mayor ciudad de adobe de la América prehispánica. Aquí es todo de adobe. Los restos de la ciudad son inmensos, y uno puede perderse por allí el tiempo que quiera. El palacio de Nik-an es lo único que requiere pagar entrada. Este palacio tiene distintos espacios decorados con relieves que representan ardillas, peces, pelícanos, redes de pescar… De fondo se escucha el mar, el Pacífico no tan pacífico, pero no se ve por los altos muros de barro.

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Muy cerca está Huanchaco, población costera en la que los pescadores aún usan caballitos de totora para adentrarse en el mar. También hay surfistas. Mientras dibujaba César vino a mi encuentro para comer juntos un ceviche y parihuela.

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Después paseamos por la playa y regresamos a casa para cenar…. ¡Tortilla de patata! Y es que couchsurfing es intercambio en ambos sentidos. Y siempre, la mejor manera de conocer un lugar: acompañada por la gente de allí.

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